Muchos os preguntaréis por qué soy tan lectora. Sé que, hoy en día, no es normal ver a una chica de catorce años deseando que le regalen un libro a una suscripción de Netflix, Disney o HBO. Me llamo Cris y debo confesar que todo comenzó una mañana, tras un sueño intranquilo, cuando me desperté sobre mi cama convencida de que en mis ratos libres, además de aprender a dibujar manga, también quería empezar a leer.
Si os cuento lo que soñé seguro que os horrorizáis conmigo. Lo único que os puedo decir es que, aunque yo no me levanté convertida en un monstruoso insecto, sí que durante un tiempo me sentí así cuando estaba en clase con mis compañeros, ya que prácticamente ninguno leía. Es curioso como todo cambió tras el confinamiento de marzo de 2020.
Al estar tanto tiempo en casa, muchos nos vimos obligados a buscar nuevas aficiones. Aprovechando que algunos de mis compañeros no sabían qué hacer, propuse por el grupo de clase de WhatsApp crear un pequeño club de lectura. La idea no cuajó del todo hasta que Héctor, uno de los chicos más populares de la clase, decidió unirse. Como os podréis imaginar, a raíz de él se animaron más. Yo sabía que en mi clase la mayoría veían series o jugaban a videojuegos, por eso les propuse que además de libros también comentásemos otras cosas.
Mi rutina durante el confinamiento siguió una misma línea. Tras las clases online dedicaba media hora a la lectura, comía, hacía mis deberes y, cuando terminaba, jugaba un poco al Animal Crossing en la Switch. Era uno de mis juegos favoritos y, por supuesto, ¡lo recomendé por el grupo! Por la noche, mi hermano y yo adquirimos la costumbre de ponernos cualquier película de Hayao Miyazaki. Pudimos ver todas las que quisimos gracias a la cuenta Netflix de un compañero de clase.
La primera lectura que comencé en aquellos meses de aislamiento fue El guardián entre el centeno. Quise empezar por este libro porque mi tía no dejaba de recomendármelo. La verdad es que me sorprendió bastante porque pensaba que al ser un clásico se parecería a los que nos obligaban a leer en clase de castellano. Para mi sorpresa, no fue así.
Cuando lo terminé, pedí por Amazon el manga de mi anime favorito: Pandora Hearts. Lo recomiendo mucho más que el anime porque continúa la historia y no te deja a medias. Compaginé esta lectura con una serie que se llamaba Riverdale. Poco después de empezarla, me enteré de que la historia estaba sacada de un comic. Concretamente de los comics de Archie. Evidentemente, ¡tenía que comprarmelos todos!
De mis compañeros solo puedo decir que muchos escucharon mis recomendaciones. Estaba muy contenta porque ahora sí que iba a tener con quién comentar cada mundo nuevo en el que me sumergiese. Ellos también me recomendaron un libro a mí: Las lágrimas de Naraguyá. La segunda parte de Las lágrimas de Shiva fue la obra con la que cerré los últimos días de encierro en casa por la pandemia.
Al final acabamos creando un club de diez personas, algo que no está nada mal si consideramos que en la clase éramos veintitrés. Creo que esta experiencia nos ha unido más y nos ha hecho enriquecernos mutuamente porque hemos aprendido los unos de los otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario